jueves, 3 de abril de 2008

Disección del Paro

Problema fiscal.

Lo primero que evidencia el aumento de la retenciones es la necesidad de fondos por parte del estado. Se está gastando más de lo que se puede con los actuales ingresos. La gran pregunta que surge de esto es ¿En que se está gastando? Se está gastando principalmente en subsidios a rubros importantes como electricidad, combustibles, algunos alimentos, transporte público. Cierto es que se están haciendo algunas obras de inversión productiva (promoción de tecnología productiva, caminos, instalaciones para la producción de energía, etc...), eso no se discute, sin embargo surge la duda de si sería necesario el aumento de retenciones si se continuara solo con estos últimos programas y se abandonara paulatinamente el esquema de subsidios.

El gasto público no es necesariamente malo, de hecho, si se hace bien puede resultar en grandes ganancias para todos, sin embargo el modo en que este se está haciendo en Argentina no garantiza que esos buenos resultados se vayan a producir.


Resistencia a volver a la normalidad.

Los subsidios son necesarios para sostener precios artificialmente bajo. La resistencia a abandonar las manipulaciones del sistema de precios son parte de una mentalidad que se resiste a volver a la normalidad... si, hay una resistencia a volver a la normalidad, después de más de 6 años de hechos de diciembre de 2001, después de 3 años en que el PBI per cápita ha alcanzado los niveles pre-crisis, el país sigue funcionando con una institucionalidad de emergencia que faculta al gobierno a obrar con un muy amplio margen de discrecionalidad. Si ya lo peor ha pasado, si gracias al gobierno de Néstor Kirchner (al menos así podría decirlo la presidenta) el país ha salido ya del infierno (usando las palabras del ex presidente), ¿porque no dejar de renovar la ley de emergencia económica?, ¿Por qué no iniciar un plan para una normalización paulatina del sistema de precios? Aquí no hay mas que un lucha por conservación del poder. No es más que eso. La discrecionalidad, al igual que la gran cantidad de recursos que dan las retenciones (que no son coparticipables) fortalecen el poder. De eso se trata.


Dependencia de la coyuntura favorable.

Otro hecho notable es que ante la necesidad de financiamiento el estado recurre nuevamente al campo, esto revela que es el sector al que le es más fácil presionar por fondos, lo que lo hace muy dependiente de el. El financiamiento del gasto público depende de los productos del campo y de su alto precio, el cual, si bien parece que se va a mantener por un largo tiempo, irremediablemente caerá. La apuesta del gobierno es este sentido es que, de alguna manera, su gasto genere un aumento de productividad importante antes de que eso ocurra. Parece una apuesta demasiado arriesgada.


Temor a restablecer el orden público.

Un tercer hecho que se nota en los últimos acontecimientos es la falta de voluntad mantener el orden público. Desde el inicio del gobierno de Néstor Kirchner hasta hoy cualquier persona puede obstruir la vía publica a voluntad. No importa quien sea. No importa la causa. El estado no usa el poder de policía. Hay un miedo patológico a la represión. Lo cual resulta grave dado que, aunque suene feo, mantener el orden público (o sea, reprimir cuando sea necesario y del modo amparado por la ley) es parte de las funciones del estado, por eso es que el estado tiene el monopolio del uso de la fuerza.

Más allá de que los reclamos del campo puedan haber sido justos o no, no se debió permitir la formación de piquetes en las rutas. Debió haberse enviado a la fuerza publica desde el primer día de cortes a despejar las vías. Igual debió ocurrir con los cortes en Capital Federal, con el cacerolazo que copó la Plaza de Mayo y vías aledañas tras primer discurso de la presidenta respecto de la situación del campo y con los piqueteros "autoconvocados" que usurparon la función policial y desalojaron la Plaza de Mayo (de hecho, así debería ocurrir con cualquier corte de rutas no autorizado). El estado no debió temer a su propia fuerza.


Parches finales.

El gobierno ha ofrecido algunos beneficios para los pequeños y medianos productores. Sin embargo esto no pasa de ser un engaña-muchachos. Se ha dicho que va ha haber subsidios y reintegros, pero... ¿cómo confiar en que eso va a ocurrir con los pequeños y medianos productores rurales si el estado ni siquiera puede devolver rápidamente el IVA a los exportadores?... Las medidas anunciadas son espejitos de colores. De hecho, no han sido estas las que han logrado la "tregua" del campo, sino la inminencia de la cosecha de soja.

Para concluir creo que el asunto del campo se soluciona con un retorno a la normalidad. Debe establecerse un plan de dos o tres años de eliminación gradual de subsidios y convergencia paulatina hacia precios libres. Nótese que este plan debe ser gradual para morigerar el impacto social. El retorno a la normalidad es la mejor obra que puede hacer un gobierno cuando han pasado ya poco más de 6 años desde la crisis.

David

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me pareció muy bueno en análisis, pero debo enfatizar que también me pareció esencial el comentario de Juanchi para completar la explicación.

Anónimo dijo...

Coincido con lo que expusieron en algunos de sus comentarios en que es necesario un cambio en la política económica del país.
Desde mi punto de vista, Argentina debería apuntar a la economía libre, al debate de ideas, a la seguridad jurídica, a un marco estable para quienes invierten; los subsidios no deberían ser la regla, sino la excepción. Pero creo que, desafortunadamente, se está tomando el camino inverso. Prueba de ello es el comunicado del gobierno de hoy, que confirmó a las autoridades del Mercado de Hacienda que la exportación de carne seguirá cerrada mientras no bajen los precios del producto para el consumidor local. El Poder Ejecutivo hace y deshace a su antojo. Creo que sean cuales sean las reglas de juego, estas deben estar definidas de antemano. ¿Qué opinan de estas actitudes que toma el Estado?