El actual debate sobre la tasa de inflación en la Argentina no se centra ya en forma excluyente sobre una cuestionable metodología de medición. Se parte de constatar privadamente un nivel mucho mayor que el brindado por el INDEC, se señala el daño que puede causar sobre los ingresos de los individuos y la actividad económica el incremento resultante de esas estimaciones, y se dan consejos para frenarlo, indicando distintas medidas tendientes a enfriar la economía o desacelerar el ritmo del crecimiento económico. Pocos se refieren a las causas reales del proceso inflacionario ni distinguen el hecho de que no se trata de un problema que afectó varias veces en momentos críticos a la economía argentina como la stagflación (inflación sin crecimiento), sino de un fenómeno distinto que se da en un período de prosperidad económica. Tampoco se hace alusión a la experiencia histórica para comparar esta situación con otras del pasado.Contrariamente a lo que muchos piensan, el proceso inflacionario en la Argentina se inicia en plena etapa agroexportadora, entre 1914 y 1920,cuando la tasa de inflación llegó a superar en promedio el 11% anual, porcentaje relevante teniendo en cuenta las bajas tasas previas. Esta situación tuvo que ver, sin duda, con las alternativas económicas de la Primera Guerra Mundial, pero también con una inflación internacional que afectaba tanto a los productos primarios como a los industriales. Por el contrario, entre 1921 y 1928 se produjo un proceso deflacionario, como consecuencia de la baja de los precios internacionales de los alimentos y las materias primas, lo que generó una revalorización del peso y la vuelta al funcionamiento, por muy corto tiempo, de la Caja de Conversión.

El fracaso de esta experiencia indicaba ya en aquella época que un tipo de cambio fijo y convertible, atado a un patrón monetario internacional, era ilusorio, como lo demostró el crac de la bolsa de Nueva York en 1929. Crisis que repercutió pronto en Argentina dando lugar a una deflación de mayor magnitud que las anteriores. En síntesis, tanto la inflación previa a 1920 como la estabilización y baja absoluta de precios posterior se debió a razones exógenas, ligadas a la evolución de los precios internacionales. Por entonces el país tenía una economía abierta y los movimientos en los mercados mundiales incidían en forma inmediata en la economía local. Superada la crisis de los años 30, se asistió a un intenso proceso de industrialización por sustitución de importaciones y a la reaparición del fenómeno inflacionario, con una tasa de inflación promedio en el período1945-1971 de un 25% anual, un pico menor de 3,8% en 1954, durante el peronismo, y uno mayor, excepcional, del 113% en 1959. Luego, entre 1971 y1973, el promedio se elevó al 60%, debido, entre otras cosas, a la incidencia de la suba internacional del precio de la carne, un producto clave de exportación. Sin embargo, en ese largo tramo de casi treinta años los factores externos resultan ya insuficientes para explicar el fenómeno inflacionario. Si bien la economía conservaba un importante sector agroexportador, se había vuelto menos abierta al mundo. El empuje inicial de la inflación estaba dado ahora por una conjunción de elementos internos y externos. Por un lado, la existencia de políticas activas en la cuestión salarial y el nuevo rol de los sindicatos, así como la acción estatal en materia de inversiones, locales o extranjeras, determinaban el aumento de los consumos públicos y privados y una puja por la distribución de los ingresos donde el conflicto social se potenciaba por la inestabilidad política. Por otro lado, en la etapa de auge se incrementaban las importaciones para comprar bienes de capital e insumos básicos, y se reducían las exportaciones de productos del agro –cuya oferta era inelástica-, por la mayor demanda interna originada en la suba del salario real y del poder adquisitivo. Todo esto llevaba a una devaluación, que provocaba un aumento del precio de productos exportables y de insumos importados, y procesos inflacionarios. Con todo, entre 1964 y 1974 se registraron 10 años de crecimiento continuo del PBI, con tasas que llegarona alcanzar picos de entre el 8 y el 10%. Inflación sin crecimiento (o con caída del PBI) sólo hubo en 6 de los treinta años que mencionamos. En verdad, el verdadero salto en el nivel general de precios se produjo con el Rodrigazo y la subsiguiente llegada de la última dictadura militar, que llevó la inflación al 444% anual en 1976, el primer proceso hiperinflacionario que vivió la Argentina. Con Martínez de Hoz, cuya política económica estaba guiada por principios monetaristas, el financiamiento externo y la desregulación de los mercados, no se registró una reducción de la emisión. En cambio, se apeló a una fuerte disminución del gasto público y a una drástica caída en uno de los precios, los salarios, logrando bajar momentáneamente la inflación, pero a niveles anuales no menores del 150% en promedio. Aún así, la política de Martínez deHoz implicaba un grado importante de inflación reprimida. Las dos variables claves en este sentido eran los salarios y el tipo de cambio: el Estado había fijado un nivel salarial artificialmente bajo y un tipo de cambio que otorgaba al peso argentino un valor por encima de la paridad. Esto, junto con los niveles de endeudamiento externo, iba a determinar el colapso de la política económica de la dictadura. La hiperinflación de los años 80 (quellega a cerca del 4000% en 1989) y la deflación, con tipo de cambio fijo ysobrevaluado de la década del 90, acompañada esta última de una hiperdesocupación, conforman, a su vez, dos caras de una misma moneda.
1 comentario:
Un muy buen compilado histórico de la inflación para ignorantes como uno. Es increible como se repiten errores que si no son idénticos, son muy parecidos.
No me gustó mucho como terminó el artículo apoyando las retenciones móviles, porque no explicó a fondo su postura, me hubiera gustado un desarrollo más largo en el último párrafo.
Así y todo, me parece que fue una buena elecció, 4 quintines.
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